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quinta-feira, 11 de junho de 2009

El Legado de Pierre.

Recibí un presente pasado: es decir un regalo que me transportó al pasado y si no fuera por el legado de Abelard ya habría lanzado el disco en la cara del bondadoso.

Oyendo esa melodía sentía como mi fortaleza se desmembraba. ¡Qué frágiles somos algunos! ... o muchos ante la dulzura de las cuerdas de una guitarra que en cuanto llora, revivimos glorias, tristezas o quizás miserias que permanecerán en nuestro registro mientras no seamos la materia ruginosa que dicen es nuestro destino.

Escurría de noche por las calles de una ciudad que no se llegó a entender bien conmigo a pesar de los muchos años que nos tributamos y prometimos mutuamente. También de noche por los cerros fríos de mi tierra hacia algún lugar llevaba la camioneta, talvez corporalmente lánguido por las orillas del lago ‘Langui’, pero esa canción le daba mucha tracción a mi alma y ahora a miles de kilómetros esa insolente canción quiere hacerme llorar, pero no porque quiera vivir esa memoria nuevamente, sino por la impotencia de saber que eso es sólo una memoria, así como cada detalle agradable o desagradable de nuestras vidas – que a veces pienso no tienen sentido.

Lima llegó a ser temiblemente silenciosa, me dio la oportunidad de hablarme, conversarme, contarme mis propios secretos, tuve la paciencia de escuchar estupideces: mías y de otros, descubrí que a veces sonamos graciosos, aunque en el fondo tengamos heridas; mas siempre la vida nos reserva nuevas aventuras.

Recuerdo haberte dicho que hacía este viaje tan brusco no por mí, sino por mis hijos; pues es verdad, hace poco lancé por primera vez el “Apóstrofe de Salazar Espinoza”: “Malditos egoístas que manejan destinos ajenos y aún nos hacen creer en cuentillos herodotianos o hesiodianos.” Gracias Tales por habernos desvinculado de la entelequia. Pero... ¿Porqué no escucho un “de nada”? ... ¡Porque Tales ya no es! Y parmenidíacamente nunca fue... entonces tampoco soy... ni somos... ni fuimos... ni seremos... Amén.

Dicen que el callar es una forma de mentir... somos acaso mentidos por nuestro creador... o no entendemos su lenguaje, el cuál es aparentemente simple aunque nunca nos lo corrobore. Aquí estamos especulando todo el tiempo, sabemos que no es fácil, uno de mis hijos toma mi mano y no le importa la eternidad. Allá están mis otros pequeños, incapaces de tomar decisiones... o mi mano.

Voy a seguir forzando hasta conseguirlo. Soy un hombre lleno de desperfectos. Sólo quisiera tener como única virtud irme de este mundo habiendo legado el deseo en mis hijos de infatigablemente adquirir virtudes.

Ya es la tercera vez que ahuyento mis lágrimas. Me pregunto por qué lloraría si esta tierra tiene toda clase de frutos para consolar y pecar, sólo que quiera hipócritamente aparentar que tengo pena del mundo y tristeza por la desdicha de aquellos que no consiguieron lo que quisieron, ¡pues no! No tengo la pretensión de sentir pena por alguien, ni Dios la tiene por nosotros. Ni quiero que la tenga porque me avergonzaría mucho y no sabría dónde esconder la cara porque Él todo lo ve.

Más bien estupidezco al ver como todos buscan materia creyendo que ella contiene los remedios, y aún diciendo: el dinero no es todo pero es importante. El dinero es importante así como un pedazo de carne le es importante a un león. Y como ese león no sabemos disfrutar aquello que la carne no nos da: el placer y la lucha por entender la archienmarañada complejidad de lo que aquel ser cuyo adjetivo debe ser inteligente elevado a la infillonésima, ha diseñado para nosotros... ¡no los seres humanos, sino los seres... ¿vivos?!... ¡mucho más talvez!

Cuando fui materialmente pobre, era muy rico en sencillez, amor, miedo, aventura, deseo de aprender, fe... Ahora que tengo un poquito de materia siento que soy pobre en aventura, miedo y sobre todo fe... he perdido mucha fe y eso me inquieta aunque aún tenga deseos de aprender y me esfuerce mucho por ser sencillo. Claramente consigo imaginar qué sería de mí si tuviera más dinero. Sería también muy rico en estupidez, vanidad e hipocresía y... grasa, pero pobre, muy pobre en fe y amor; y lo que más me dolería sería perder el deseo de aprender.

Bueno tía, mira pues como desperdicio mi tiempo escribiendo estas cosas, todo por una canción y por una mentira. Aquí en esta ciudad que es mi amante y le quiero ser fiel espero tu visita para contarte los detalles de mis responsabilidades para con mis hijos. Que no te sorprenda la doña Dina con mitos del Titicaca. No sé de que manera hacerle morder la lengua por haber orfaneado a mis adorables y nunca olvidados hijos.

Tu sobrino pues te quiere mucho y extraña muchas vivencias y anhela nuevas.

São Paulo, cierto día del año que no me importa.


P.S.L

¡Debe ser el calor que me ha hecho alucinar un poco!

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