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quinta-feira, 11 de junho de 2009

Kaymanta ripusakmi. Susa susa tutamanta. Waqaspam kutirimusak.

Querida María Rodríguez por cinco años de Salazar:

Pues bien, acabo de hablar contigo y me has recordado que había prometido escribirte.

Bueno, para comenzar es mi deseo que la salud sea compañera de todos los que de tu liga gocen, también el metálico en la medida cierta no deja de ser primordial agregado, permíteme de igual talante desearles todo tipo de alegrías y complacencias hasta en los fragmentos más exiguos de sus días.

Estoy exportando con esta carta una abundancia de besos, abrazos, sonrisas y buenos deseos para mis tiernos hijos que, mientras yo viva, serán mucho más que mi propia existencia.

Albertito ya debe haber aprendido a escribir e inconcusamente está muy bonito; Lupita debe ya haber percibido que es una princesa y ha de estar dialogando muy fluidamente.

Me atañe saber que urdes con relación a tu futuro y al de nuestros pequeños, sabes muy bien que mi denuedo todo ha de ser dirigido a la bienandanza de los míos. Echando una mirada retrospectiva, me parece nebulosamente recordar que habíamos nuestra relación de pareja finiquitado no obstante, a través del teléfono me hiciste creer, o incautamente creí que aún había algún destello que con mi oxígeno podía ser la otrora pira que inocuamente nos achicharraba.

Poniendo todos mis sentidos en uso te cuento que he pensado mucho en varias posibilidades sobre el desenredo de nuestra novela, y soplado por un título de novela brasileña he ingeniado dos finales para que seas tú quien con una simple llamada al 0800XXXXXX, decidas por la primera ó 0800XXXXX1 Si tu inclinación es por la segunda. Você decide!

IA

Después de que Jaime hubo regresado del Brasil se encontró con María, quien a la sazón se veía más madura y atractiva, consciente de que ahora su vida se había puesto muy encantadora y versada de que todavía tenía que disfrutar de innumerables placeres terrenales, ducha de sus obligaciones para con sus hijos y con su familia.

Los que ya fueron pareja permutaron saludos y supieron que su relación sería sencillamente de padres de los niños; fue en ese momento en que María habló de todas sus disparidades con el varón que creía ella haber alguna vez amado. El amigo Jaime aceleradamente entendió y viablemente aceptó, mas bien sabido era que jamás iría a distanciarse de sus hijos, entonces he aquí lo que se convino a partir de ese momento:

Jaime retornaba al Brasil, porque era el andurrial que por lo menos le ofrecía raigambre económica ya que lo único que sabía hacer era enseñar lenguas; definió entonces perpetuar enviando la suma mensual y en lo posible ensancharla hasta que las necesidades de sus amados hijos aumentasen.

Una vez por año se encontraría con sus hijos para regodearse con la compañía de ellos y también poder compartir vivencias y hacerles notar que ese vínculo subsistiría inclusive después de haberse extenuado sus suspiros y respiros.

Entonces nuestra amiga encontró todo tipo de bendiciones por otro lado y con su familia fue intensamente feliz por varios años hasta que conoció nuevamente el amor y tuvo que vivir todos los sinsabores de la pasión, los celos y la vacilación nuevamente a cambio de ese trastorno que aún el homo sapiens no consigue descifrar ni mucho menos domar “ay el amor”.

Los niños se hicieron hombre y mujer, destinados también como el común de los mortales a saber por experiencia propia que la vida carece de importancia cuando nos la cuentan; que para conocerla es menester vivirla y aprovecharla. Pero con los consejos sabios de dos ochentones, geográfica y sentimentalmente disgregados, uno que otro desengaño les fue obviado. En cuanto a lo profesional quiso Dios que no les faltara el deseo ni las posibilidades para alcanzar sus metas y ser capaces de hornear su propio pan con bastante holgura. Fueron todos muy felices en esta historia, gozaron de la medicina moderna para prolongar sus días y no diré que fueron los Matusalem de este siglo pero sé, y me consta, que vivieron mucho y muy bien; por supuesto en la casa que hace años su padre les había proveído.

IB

Llegó Jaime al Jorge Chávez y con mucho reconcomio era esperado por sus amados, creo que se fueron a almorzar algunos mariscos del Pacífico o algunos chuños de los Andes; después de haber bailado al son de unos huaynos y marineras, María le dijo grandilocuentemente que había decidido marcar la fecha de los esponsales y que por unanimidad el Perú era y había por siempre de ser su hogar y su ámbito, pero nada impedía que sus fronteras se ampliaran y mientras él pudiera, agenciara el máximo lucro del Brasil cultural, económico y social y retornase a su terruño.

Soy deponente, jamás volvieron a reñir, ni a ofenderse ya que el rol de cada uno quedó diáfano y ambos se debían rendibú, deferencia y pasión; es más tenían que eximir por el tiempo perdido y educar a sus muy queridos y muy lindos hijos.

De cualquier forma ambos finales fueron felices y colorín colorado...

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